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viernes, septiembre 13, 2024

Leticia, cantos de miseria y esperanza de una chiapaneca

La pobreza, la miseria, el maltrato no es un tema de geografía, sino es un tema de la mente humana, he ahí hay un problema muy grave…

  • “Portavoz de la miseria”, un enfoque descarnado del destino de cientos de niñas y niños indígenas del mundo, una conmovedora novela arrancada de la vida real, pero al mismo tiempo un desafío que plantea al lector para un encuentro consigo mismo y sacar desde su fuero interno la maldad que le acompaña y le permita encontrar, un cambio para mirar la vida con ojos de triunfo sobre la perversidad humana. Es una novela del español-mejicano, Oscar Fernández Vásquez, que llegó a Oruro el 9 de agosto para presentar la obra que habla de Leticia, despojada de su dignidad y abandonada en una gran ciudad.

La obra “Portavoz de la miseria” me condujo, casi de manera inmediata, a los libros escritos por el boliviano Jaime Aduana Quintana, cuyo contenido expresado en un lenguaje popular, abre historias de la vida real, podemos nombrar: “Amargos años de estudiante”, “Gabriela”, “Al final del túnel” y otras, obras que el estudiante boliviano, en algunos casos, prefiere leer cuando la asignatura de literatura, le da la libertad de elegir una obra.

Esto nos empuja a pensar que aquí y allá, hay escritores que buscan plasmar sus ideas, sus historias, sus novelas, sus ensayos, y la misma vida, en un libro físico convirtiendo la literatura, tal como lo concibieron los grandes literatos, desde la invención de la Imprenta (Gutenberg S. XV), sin el ánimo de ir más atrás, en un valor y en una interpretación-reflexión que puede hacer el lector tras leer y releer el contenido, en cualquier lugar y el momento que desee.

“Portavoz de la miseria”, historia de una indígena mejicana. jMeCi imagen

Desentrañando la vida miserable de Leticia

  • Pienso que yo no estaba preparado para escribir este libro porque es una temática muy dura, de una mujer indígena de Chiapas. Yo no soy chiapaneco ni soy mejicano, no tenía su lenguaje, no tenía nada, pero es una gran amiga con una historia impresionante”, dice a FondoNegro sin dejar de manifestar su estado de ánimo, una historia que le conmovió el alma, “ella quería ser escuchada, ella quería que la gente le conociera, que la gente supiera, yo intenté hacer algo para que ella no sea invisible ante los demás”, agrega.

Portavoz der la miseria”, desentraña la azarosa vida de Leticia, una mujer chiapaneca, que a temprana edad fue vendida, abusada, discriminada, quien deambula por la vida hambrienta y sin techo, una realidad que viven miles de mejicanas indígenas, por calles que alberga la pobreza, el sufrimiento, porque son víctimas, como dice el autor, de un código de conducta llamado Usos y Costumbres, que tolera y acepta la venta de las hijas a cambio de dinero o ganado, una sociedad vulnerable consentida por la tradición y la modernidad.  

Fernández se considera un misionero, un portavoz de historias impactantes, para dejarse llevar y guiar porque ellas y ellos son los verdaderos maestros, con quienes se convive y se crece, “no tenemos que salir a buscarlos en el Himalaya y ni en ningún lugar y yo, humildemente, plasmé la historia de una de mis maestras grandes de la vida”.

Cuenta que la existencia de Leticia es un enorme cofre de experiencias de vida, de un peregrinar atormentado que lejos de doler, hace pensar que no debería ocurrir ni debería seguir pasando estas cosas, pero como una mujer fuerte y cincelada por la dura vida, Leticia comparte: “lo que yo sufrí ya he pasado este mal trago, pero sé que hay niñas a quienes se les puede evitar, a lo mejor pueden salvarse”.

Leticia, un nombre sin apellido, de origen incierto y destino fatal…

Leticia, víctima de un código de Usos y Costumbres

  • El escritor califica a su personaje como a una mujer realista, una mujer fuerte que plantea constantemente el poder escapar de su destino, pero al mismo tiempo ella veía en las personas de su comunidad con un deje de esperanza, sin embargo, la ingenuidad de esta sociedad indígena, que no es maldad, la conduce hacia una vida de sufrimiento, lo que significa que el libro es como un ruego, un tocar una puerta de anhelo.

Prefiere no calificar a su obra como una denuncia, sino como un deber humano y una obligación de escribir historias que lleven a una profunda reflexión con un título muy mejicano en el que la palabra “portavoz” nada tiene que ver con el mensaje y, ni ella es “miseria”, simplemente vivió circunstancias adversas convertidas en el eco de la sociedad, un eco que dice que Leticia camina la vida involuntariamente.

“…porque esto no es mío, me lo han dado, y esto es lo que me ha regalado el mundo, es una caja de oscuridad, soy portavoz de esa miseria, de esa caja de oscuridad, mundo te la regreso, soy tu portavoz, soy tu mensajero, eso es lo que me has dado, ese es mi testamento, eso es lo que yo te regreso, lo que yo te escribo…Pareciera que dijera Leticia”, comenta el escritor.

La pobreza, la miseria, es un tema de la mente humana

  • La pobreza, la miseria, el maltrato no es un tema de geografía, sino es un tema de la mente humana, es un tema de situación global. Las violaciones, el agravio a la niñez ocurre tanto en los Estados Unidos como en Europa, el Reino Unido, España, Latinoamérica, México, pero, insiste el escritor, el problema es el ser humano, son hechos que han ocurrido desde los romanos, desde la Biblia y en el nuevo mundo con la llegada de los españoles, los ingleses, se arrastran historias de agravios a las etnias.  

Se declara creyente del estoicismo que plantea un cambio, pero del ser humano, desde adentro para arreglar y mejorar la sociedad, “en el momento que nos quejamos de afuera y no arreglamos adentro, creo que ahí hay un problema muy grave”, advierte.

Menciona su convencimiento de que el ser humano es quien debe deponer sus actitudes de rencor y una de las mejores alternativas para lograr esta conducta es la lectura, es el libro, que “nos deja una gran cantidad de información que necesitamos, nos permite procesar el pensamiento de acuerdo a nuestro tiempo y a nuestra medida. El libro desde adentro (contenido) llega a los corazones de las personas”, dice, y agrega que cuando se habla con otra persona sentimos la crítica lo que no ocurre con un libro.

Califica a la sociedad como un absurdo, que en esa línea caminan los escritores Albert Camus (padre de la filosofía del absurdo) y Jean Paul Sartre (filósofo francés, existencialista que manifiesta en Náuseas, el carácter absurdo de la existencia), quienes aseveran que somos una sociedad absurda, que se asusta por la expresión de una mala palabra, pero un homicidio múltiple le parece normal, “creo que tenemos que trabajar el día a día en superar nuestros vicios, nuestros juicios, mejor es observar, callar que juzgar, el ejemplo arrastra, la crítica no, la denuncia ofende, pero el ejemplo arrastra”, asevera.

Oscar Fernández, llega a Bolivia y participa en la Feria Internacional del Libro en La Paz. jMeCi imagen

Oscar Fernández Vásquez, el escritor

  • Se califica como un tipo raro, que ha tenido episodios muy difíciles, tuvo una niñez muy complicada, no tenía afinidad con sus padres, fue un mal estudiante, antisocial, pero al mismo tiempo sociable, solitario y de pocos amigos
  • No se entiende ni a sí mismo, busca la bondad, la esperanza, la verdadera unión, la amistad sincera, pero en un mundo etiquetado con código de barras, es difícil encontrar
  • Oscar es ingeniero civil, un eterno extranjero, en México es español y en España es mejicano
  • Nació en Vigo España, pero la gente no lo reconoce, solo reconoce al niño que se fue y que ya no vive más en ese lugar
  • Sus libros: Inframundo, Mi sangre, La reina del horizonte, El campanario oscuro, Trenes en conexión, El gran cuadro, El príncipe de mimbre, La mujer de Jade, El reino de piedra, El color de la lucha, Yo matadora, Portavoz de la miseria
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