La “Masacre de San Juan”, la historia “no oficial” de Bolivia

La pasada noche y madrugada del 23-24 de junio, la historia de Bolivia rememoró 53 años de la llamada “Masacre de San Juan”, un delito de lesa humanidad ocurrida en el campamento minero de Siglo XX en 1967. La sangrienta agresión fue ejecutada por las fuerzas represoras del gobierno de René Barrientos Ortuño, bajo la política de aplacar la rebelión minera que ya tenía programado efectuar la mañana de ese 24 un ampliado obrero en el que se discutiría el apoyo al Che Guevara y la guerrilla en Ñancahuazú, discutir el tema de despidos de mayo y la rebaja de salarios.

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Los disparos a mansalva cegaron la vida de dirigentes mineros, obreros, familias, niños y jóvenes inocentes, quienes ignorantes a la tragedia que se avecinaba festejaban con música la noche más fría del invierno de junio con el encendido de fogatas y libación de ponches, “(…) en toda masacre muere gente inocente y también gente comprometida con la causa de la liberación de los pueblos. Uno de ellos, ni duda cabe, es Rosendo García Maisman, trabajador y militante político del PCB (Partido Comunista de Bolivia), murió cuando defendía su sindicato y Radio La Voz del Minero ubicada en la misma Plaza del minero del distrito de Siglo XX en la provincia Bustillo de Potosí”, escribe el periodista Abenor Alfaro Castillo, en su Facebook personal.

El periodista recuerda que, a 53 años de la tragedia no hubo investigaciones, ni presos que cumplan condena por la muerte de mujeres, niños y mineros disparados “por la espalda” mientras plácidamente se servían un caneladito (canela caliente con un poquito de singani) para combatir el tremendo frío de invierno de esa noche 23 y la madrugada del 24 de junio, “este hecho como muchas masacres en Bolivia, quedaron en la impunidad”, cuestiona.

Así mismo, rinde homenaje al cantautor tarijeño Nilo Soruco(+), quien compuso versos que calaron hondo en los centros mineros, con la interpretación de los Montoneros de Méndez, canción “La noche de San Juan” que se convirtió en la síntesis de la masacre y el homenaje póstumo a los caídos y asesinados, en especial a Rosendo García Maisman.

Mineros de Siglo XX festejando la noche de San Juan. Foto: Internet

Alfaro comparte esos versos que hablan de esa nefasta noche:

Han matado a mi padre

Por qué será

han matado a mi padre

En la Noche de San Juan

Temblaba de frío

En la Noche de San Juan

Cuando balas asesinas

Lo mataron a papá

Han matado a mi padre

En la Noche de San Juan

Rosendo García, minero y dirigente

Te mataron, te mataron

En la noche de San Juan/En la noche de San Juan

Los Negros nubarrones

Nos dicen al pasar

Rosendo no has muerto

Traerás la libertad

Desgarrador testimonio

Gregorio Iriarte (+), religioso Oblato y miembro de la Radio Pio XII, medio de comunicación que funcionaba en el centro minero de Siglo XX, evoca un testimonio punzante y agudo que llena la imaginación con hechos que generan impotencia y rabia. Iriarte fue testigo ocular de la matanza minera…

“.. El caso es que la CIA piensa que en Siglo XX está el apoyo principal del “Che” y que desde allí se va a declarar la guerrilla urbana y que los dirigentes andan recolectando mitas para apoyar la insurrección. EL GOBIERNO QUIERE DAR UN ESCARMIENTO EJEMPLAR, le interesa sobre todo capturar a los dirigentes.

El gobierno elige la noche de San Juan porque hay fogatas, fiesta y chupa en todo el campamento. No habría resistencia, pues. Para más disimulo, en vez de venir en caimanes y tanques, como hacen siempre que han entrado, la tropa vino en tren. (10 vagones de carga y en cada vagón 70 soldados). Calladitos se detuvieron en Cancañiri (la estación).

Los soldados tomaron posición en los cerros. Eran las 4 y media de la mañana. Todavía había algunos compadres atizando y tomando la última copa. Otros que ya se levantaron para entrar a la mina, las mujeres preparando el café y alistándose para el día.

Los soldados entraron al campamento, casi nadie se dio cuenta. DE REPENTE… EL INFIERNO. Disparos por todos lados, una balacera espantosa. Gente que iba al baño, un balazo. Un borrachito… otro balazo. Un sereno que andaba en la calle, muerto también. Y la empresa, que era bien cómplice, cortó la luz a las 5 y 10 de la mañana. FUE TIROTEO DE GUERRA.

Los vecinos se trancaban en casa, pero las balas atravesaban las puertas de madera, la calamina de los techos. Me acuerdo de Fidelia. Vivía aquí, cerquita de la Pio. Estaba esperando familia. Como todos, había atizado frente a la casa y ahora se levantaba para hacerle desayuno a sus hijos, aprovechando la sobra de la fogata.

Cayó un mortero en sus pies, la destrozó totalmente, le reventó el vientre. Y LA WAWA SACANDO UNA MANITO, NACIENDO ENTRE LAS BRAZAS, muriendo ahí mismo achicharrada, junto al cuerpo de su madre.

Nadie sabía lo qué estaba pasando ni por qué. FUE UN ATAQUE COBARDE, por la espalda. Por eso tanto se recuerda. En las otras masacres había enfrentamientos, lucha: nos matan y matamos. AQUÍ, NOAQUÍ, TODO FUE CANALLADA”.

René Barrientos Ortuño. Foto: Internet

Al testimonio desgarrador del padre Gregorio Iriarte, se suma el trabajo de Luis Oporto Ordoñez, investigador y archivista, que revela nombres de militares y policías que participaron de la masacre, número de muertos, heridos y cuarteles de donde salieron los soldados asesinos. Oporto nació en el centro minero de Siglo XX, y su trabajo ve la luz a 50 años de ocurrida la matanza de mineros y sus familias:

  • La acción militar provocó un número indeterminado de muertos y más de 80 heridos. Tropas de élite fueron transportadas en un convoy de la muerte, en vagones de tren de carga desde Machacamarca hasta Uncía, un Caballo de Troya que en lugar de materiales de trabajo acarreó tropas militares de la Segunda División (comandada por Amado Prudencio), regimiento Rangers (al mando del teniente coronel Alfonso Villalpando y el mayor Pérez), regimiento Camacho de Oruro y regimiento 13 de Infantería.
  • La planificación de la masacre contó con una tercera fuerza, de la Policía Nacional (dirigida por Alberto Zamorano) y el comandante de los detectives de Llallagua. La masacre fue financiada por la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) y la Empresa Minera Catavi, que pagaron gastos del transporte, pertrechos de guerra y alimentación de la tropa en los días del conflicto.

Estados Unidos y la revolución boliviana

  • La desclasificación de archivos del Departamento de Estado de Estados Unidos permite ratificar las denuncias sobre la injerencia de ese país en la política boliviana y comprender mejor nuestra historia.
  • A partir de 1952, Estados Unidos siguió con recelo el curso de la revolución boliviana para evitar que el triunfo de aquel 9 de abril —gracias a milicias armadas de mineros y campesinos que destruyeron al Ejército y arrinconaron a la clase política conservadora— tomara la opción socialista.
  • Con una labor de Inteligencia controló a la dirigencia movimientista (MNR), diseñando una estrategia de modernización y desarrollo, con un ariete político para neutralizar y liquidar el sindicalismo revolucionario y erradicar el comunismo de las minas de estaño.
  • La punta de lanza fue el Plan Triangular, que inició el proceso privatizador de la gran minería. Los documentos desclasificados —analizados por Thomas C. Field en su obra Minas, balas y gringos. Bolivia y la Alianza para el Progreso en la era de Kennedy (2016)— demuestran que la Alianza para el Progreso fue diseñada con un “barniz ideológico formulado en un entorno estratégico de tinte anticomunista, lo que justificó el crecimiento de un gobierno represivo y llevó a la rápida militarización de la sociedad boliviana”.
  • Estados Unidos jugó a dos bandas: por un lado, apoyó los planes desarrollistas de Paz Estenssoro y por otro sustentó los planes desestabilizadores de René Barrientos Ortuño, quien conspiró desde el día de su posesión para derrocar al presidente. El fatídico 4 de noviembre de 1964 Paz Estenssoro denunció que fueron “las contradicciones de la política exterior de Estados Unidos las que desestabilizaron su gobierno y lo condujeron a su caída”. Washington tomó control pleno de las instituciones políticas del país, a tal extremo que el jefe de la CIA en Bolivia, Sternfield, “se vanagloriaba de que, hasta la muerte de Barrientos, en 1969, nada pasaba en Bolivia sin su intervención”.

“San Juan”: la masacre más planificada contra el movimiento obrero.

  • Como parte de la estrategia, Barrientos suscribió el pacto militar-campesino para neutralizar el poder minero. En mayo de 1965 puso en marcha el “sistema de mayo” en los centros mineros, consistente en la rebaja de sueldos y salarios de los trabajadores, declaración de “zonas militares”, persecución, destierro, apresamiento y despido selectivo de dirigentes y proscripción de los sindicatos.
  • La dirigencia sindical dispuso la resistencia desde las bases y desde el núcleo obrero de Siglo XX surge el Partido Comunista Marxista-Leninista, que propugnaba la resistencia armada. El Gobierno respondió con el uso de la fuerza militar provocando la masacre del 20 de septiembre de 1965.
  • La incursión de la guerrilla del Che Guevara en Ñancahuazú cambió el curso de la historia. Estados Unidos envió con urgencia asesores expertos en contrainsurgencia guerrillera y agentes de Inteligencia para aplastar al movimiento guerrillero y evitar el apoyo minero.
  • El 19 de abril, el sindicato de Catavi resolvió enviar alimentos y medicinas, y plegarse a las guerrillas; el 6 de junio, Huanuni expresó su solidaridad con la lucha guerrillera, y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) convocó al ampliado nacional del 24 de junio en Siglo XX para plantear la reposición de sueldos y salarios, la vigencia de las organizaciones sindicales, la reincorporación de los despedidos y el apoyo material a la guerrilla.
  • El 7 de junio, Barrientos declaró el estado de sitio instruyendo el inicio del cerco militar, con el apoyo de la COMIBOL y la Empresa Minera Catavi. Los mineros responden con la huelga en cuatro distritos, el 9 de junio, pero un curioso incidente registrado en la ciudad de La Paz, el 14 de junio, tensionó la situación política, al estallar un artefacto de dinamita en las oficinas de la COMIBOL, acción atribuida por el Gobierno a los mineros, ordenando la prohibición de transmisiones de las radios mineras a tiempo de convocar a un diálogo, clara medida distraccionista para dar tiempo a preparar la incursión militar.
  • A la declaratoria de “zonas militares”, el sindicato de Huanuni respondió con la declaratoria de “territorio libre”, el 16 de junio. Barrientos ordenó reforzar la guarnición militar de Playa Verde, próxima a Huanuni.
  • El 18 de junio la FSTMB decide no asistir a la reunión convocada por Barrientos, “mientras se mantenga el estado de sitio, mientras los líderes mineros permanecían en las cárceles y en los campos de confinamiento, y mientras se pretenda callar con la fuerza bruta las emisoras mineras y mientras el Ejército amenace a los distritos mineros”.
  • Finalmente, Barrientos autorizó la incursión militar, la madrugada del 24 de junio, cuando las familias mineras celebraban la tradicional fiesta de San Juan, con fogatas en las calles de los campamentos mineros.
Familias mineras lloran a sus muertos en la “Masacre de San Juan” de 1967. Foto: Internet
  • Comandos militares se desplazaron desde Cancañiri, otra por el Calvario y una tercera fuerza de la Policía Nacional y los detectives de Llallagua, operan desde el pueblo. El temible capitán Zacarías Plaza, jefe de las milicias campesinas y hombre de confianza de Barrientos, fue el director político de la operación militar.
  • El capitán Plaza realizó una acción de rastrillaje en los campamentos, casa por casa. Se apresó a los trabajadores y se requisaron viejos fusiles máuser de la Guerra del Chaco y miles de cartuchos de dinamita fueron tirados a los cenizales de Llallagua. Una nómina parcial reportó 22 asesinados y 24 heridos. Medios argentinos mencionaron la cifra de 87 muertos. Nunca se sabrá a ciencia cierta cuántos cayeron asesinados esa noche.

Esta es la historia de la fatídica madrugada del 24 de junio de 1967, pero, lamentablemente no es parte de la historia “oficial de Bolivia”, ni las otras represiones militares a mineros, obreros, campesinos bolivianos, sólo existen breves apuntes en los libros de Historia de Bolivia.