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Ruta de la Media Noche: amores y desamores en la historia de Bolivia

Creo que el propósito del historiador orureño, Mauricio Cazorla, es dar a conocer la historia no para repetir los errores políticos cometidos sino para buscar derroteros más constructivos, porque, como dice el propio historiador, hay hechos bélicos que nos dejaron muy buenas enseñanzas, así como personajes dignos de imitar por sus ejemplos de heroísmo. En ese afán Cazorla, con su equipo denominado “ruta de la media noche”, no sólo narra varios pasajes históricos poniendo en ellos una entonación de voz para hacer más vívido los relatos logrando, en los presentes, el despertar de un inusitado interés por la historia de Bolivia, ya que, además, en medio de la narrativa, fugaces teatralizaciones caracterizados por personajes vestidos con la ropa de la época a la que perteneció, contextualizan la historia de Bolivia y otras leyendas de Oruro.

Historia de una mujer sin historia

Historia de “las rabonas” y su papel en la Guerra del Pacífico. Imagen: jMeCi

Y cuenta: (…) “nos transportamos imaginariamente al 26 de mayo de 1880. El sargento Avilés, apesadumbrado por la realidad que vivía ese momento y con la esperanza de salir vivo y continuar con su vida, sólo escuchaba los sones de artillería del ejército chileno que empezaban a intimidar a los soldados bolivianos y peruanos, quienes no se movían ni se sentían intimidados. La artillería destrozaba el espacio, hasta eso, nadie se daba cuenta de las mujeres, ‘las rabonas’ que llegaban al campamento a ofrecer comida, la última comida del soldado antes de entrar al campo de batalla.

Las mujeres, cuya historia, lamentablemente no ha sido recogida, tenían una relación emocional con los soldados, lo que no sabían es que ese 26 de mayo, iba a ser el último adiós antes del campo de batalla.

El Tte., Daniel Ballivian escribe en sus memorias, que cuando las rabonas caminaban hacia el campamento, todos las miraban, cuando de pronto se escucha un proyectil muy cerca de estas mujeres, una de ellas sin quejarse del proyectil, simplemente se da vuelta mira y hace un ademán como diciendo que no pasa nada, que no les hace daño, el Tte. Ballivian reconoce la valentía de la mujer quien toma como si fuera algo completamente ajeno, que no les iba a causar daño.

Cesa la artillería, y a las 08.30 de la mañana aproximadamente, comienza la batalla. Los soldados bolivianos y peruanos se enfrentan al ejército chileno, y cayeron uno tras otro, tras otro, tras otro, no había refuerzos, y a eso de las 11.30, en medio de la batalla, un grito rasga el aire, era el Cnel. Ildefonso Murguía que arengaba a los colorados de Bolivia que entran en batalla al grito: ¡agarrarse rotos espantajos sus calzones que ahora entran los colorados de Bolivia! Y comienza la lucha, logran hacer retroceder a uno de los batallones chilenos, los colorados miran hacia atrás para ver si había refuerzos, pero, nada… casi todos habían muerto en el campo de batalla… quedaban pocos. El Cnel. Murguía quedó herido, su caballo le aplastaba el cuerpo; un Tte. Chileno lo ve postrado en el suelo, lo ayuda y le dice: -mi coronel, está herido, vaya al campamento chileno y diga que yo lo he mandado…-.

Así en medio del fragor de la batalla las horas habían pasado y a eso de la cinco de la tarde, la contienda ya estaba definida; los soldados bolivianos y peruanos que se encontraban heridos caminaban como podían para tratar de encontrar algo de esperanza y salvación, pero el ejército chileno, se encargaba de rematarlos, no quería tener prisioneros y la idea era, tener solamente muertos. Era triste ver el campo de batalla ese 26 de mayo.

‘Las rabonas’ recorrieron por entre los caídos para buscar a su amado entre todos los muertos y heridos, en los rostros de los soldados de unos y otros. Uno de los cronistas cuenta que, cuando una rabona encuentra a su pareja lo único que hizo fue simplemente, sentir el último suspiro, el último halo de vida...”

El estaño y el ferrocarril

Entrada de la locomotora “Arce” a Oruro, 15 de mayo de 1892. Imagen: gentileza Flia. Cazorla

“Patiño, durante su estadía en Oruro trabaja en la casa Frikie, una comercializadora de estaño y otros minerales. Mientras trabajaba decide asociarse con el empresario minero, Sergio Oporto y compran minas en Llallagua, de donde extraen estaño, pero de baja ley que les imposibilitaba comercializar.

Oporto llegaba donde Patiño y le decía: –no es suficiente–, pero, con la esperanza de tener mejores resultados Oporto volvía otra vez a las minas a seguir explotando, y Patiño seguía desarrollando sus actividades en la casa Frikie.

Hasta que un día, cansado de trabajar inútilmente en las minas de Llallagua, Oporto dice: –ya estoy harto, suficiente– y decide vender sus acciones a Patiño, como no tenía suficiente dinero le pide a su esposa: –Albina vende tus joyas y vamos a comprar el resto de las acciones de Oporto–, Albina le contesta: –no, son las joyas de mi familia, son de la época de la colonia, cómo voy a vender –, Simón le suplica, -es que es lo único que tenemos, no podemos hacer más-, doña Albina, con el dolor de su corazón decide vender sus joyas y con el dinero compran la otra parte de la mina, y decide renunciar a su trabajo en Oruro, porque había que ir a trabajar en la mina. Patiño parte a Llallagua-Siglo XX y junto a él su esposa para trabajar las minas. Un día, Patiño se muestra muy entusiasmado porque, al fin, había encontrado una veta de estaño de buena ley en la mina La salvadora, con esa historia va al encuentro de su esposa.

Patiño lleva el mineral a la casa Frikie y Albina rogaba porque no sea plata, porque este mineral en ese momento había decaído en el precio, y el estaño se convertía en un mineral estratégico y más importante, Patiño llega a la casa Frikie…y el resto es historia.

Albina Rodríguez, que muy poco se habla de ella en la historia de S. Patiño, está enterrada en la hacienda Pairumani de Cochabamba, aunque su familia aún vive en Oruro, sin embargo, los Hnos. Rodríguez, presos por el tema del 10 de febrero de 1781, mueren en la Argentina, están enterrados en la iglesia Las Verbenitas y San Francisco de Bs As. La casa de la familia Rodríguez, aún existe en la comunidad de Sora Sora.

Entonces, gracias a la economía del estaño y del ferrocarril, Oruro resurge como el Ave Fénix que renace de entre las cenizas.

Justo por la esquina (Murguía-Pdte. Montes) se había colocado el 14 de mayo de 1892 el ramal de ferrocarril, transporte que fue inaugurado el 15 de mayo de 1892 en el frontis del palacio prefectural. En el acto se colocaron un clavo de oro y un clavo de plata para sellar el progreso al que Bolivia estaba ingresando con la era del ferrocarril.

Pero con la explotación del estaño y el ingreso del ferrocarril a Oruro y al país, permitió a Oruro resurgir como el Ave Fénix, porque, estaba abandonado y no había muchos habitantes …”

Mujeres del colegio Bolívar

Pero también narra la historia del colegio Bolívar, “(…) un importante centro educativo fundado por Simón Rodríguez (maestro del libertador Simón Bolívar) en octubre de 1826, que se convierte en una escuela modelo, donde la misión de profesores chilenos, desarrolla una educación para los primeros niños en este tiempo.

Para 1918, las mujeres solamente podían estudiar hasta primaria, no estudiaban secundaria, porque estaban destinadas a ser elegidas para ser buen partido y con una buena dote a su pareja.

Oruro, fue una ciudad liberal, donde se concentraba todo el desarrollo del país. Así, las primeras mujeres que rompieron con este esquema se fueron a estudiar (secundaria) al colegio Bolívar, salieron bachilleres de este colegio, hasta 1921 el colegio sacó promociones mixtas.

Aquí se conoce una anécdota que tiene que ver con desamores: (…) resulta que un buen día, estas hermosas mujeres, que estudiaban en las aulas del colegio Bolívar, generaron problemas con los estudiantes (varones); eran muy bonitas, eran muy lindas, claro, lo jóvenes trataban de luchar por el amor de ellas.

“Caja de agua” hoy (Camacho-Adolfo Mier), lugar donde los jóvenes definían a puños quién se quedaba con la mujer más hermosa del Colegio Bolívar. Imagen: jMeCi

Ya fue suficiente, se dijo, aunque había muchas señoritas que deseaban estudiar en este colegio, y fue el Dr. Hernando Siles en 1922, juntamente con el director del Colegio Bolívar, el profesor Marcos Beltrán Ávila, que se decide fundar el Liceo de Señoritas Pantaleón Dalence, el primero en Oruro, este año cumple 100 años de vida.

Todas las señoritas se fueron al Liceo Pantaleón Dalence, pero aun así los estudiantes del colegio Bolívar no dejaron de prestarles atención, y siguieron con esa relación por mucho tiempo hasta que llegó la Guerra del Chaco, donde las señoritas de Dalence se ofrecieron ser madrinas de guerra a los estudiantes del colegio Bolívar, especialmente a la promoción de 1933, ninguno sobrevivió todos murieron en los campos de batalla…”

El Germinal, periódico cultural

“Por ejemplo, el Himno a Oruro compuesto por César Achával y José Encinas Nieto, también autores del colegio Bolívar y del Liceo Pantaleón Dalence, fue premiado en un concurso (de composición) promovido, precisamente por El Germinal.  

“Germinal”, primer periódico cultural de Oruro. Imagen: La Patria/Internet

Entre los concursos que lanza el periódico cultural de Oruro es el de belleza, bajo el título “Vamos a elegir a la más bella de Oruro”. Es el primer concurso de la belleza realizado en el país y Oruro es la ciudad donde se dio este certamen en 1920. No hubo desfiles ni pasarelas, simplemente se publica una pregunta dirigida a la gente… ¿quién es la más bella?, las respuestas son enviadas a un buzón instalado en la municipalidad, la que ganó fue justamente una de las mujeres más hermosas, la señorita Laura de la Rosa que había estudiado en el colegio Bolívar.

Pero ahí no termina la elección de la más bella, sino que El Germinal se dedica a motivar a todos los artistas, intelectuales de la época a que dediquen sus obras a las más bella de Oruro, y nacen poemas, sonetos, versos, prosas, fue realmente un acontecimiento hermoso. Y esa, creo que es, la acción más hermosa para dedicar a la belleza femenina.

Laura de la Rosa, no solamente fue la más hermosa físicamente, sino que también fue una intelectual, porque junto con Bhetzabé Salmón, doña Nelly López Rosell, bachilleres del liceo de señoritas Pantaleón Dalence, escriben por primera vez en una columna denominada “Femini Flor” la misma que se publica en el periódico cultural “El Germinal”, que luego se convierte en un suplemento femenino, gracias a la iniciativa de esas hermosas mujeres…”

El Edén y la mujer vestida de blanco

“Aquí ingresamos a una etapa por demás interesante de los años 20. Al famoso salón del hotel Edén convergían todas las familias y los jóvenes de la época, ellos acudían para poder conocerse y vincularse con otras personas del sexo opuesto.

Les pido que nos transportemos imaginariamente a los antiguos salones del Hotel Edén y vamos a ver lo que sucedía en ese tiempo. Esta es una historia que me contó mi abuelo, una historia de lo que lo que le pasó a su primo.

Leyendas de Oruro, “la mujer de blanco”. Imagen: jMeCi

Elena Roncal, paradigma de esfuerzo y decisión

“Cuenta la historia que el 7 de diciembre de 1928, en el fortín Vanguardia, soldados paraguayos matan a guardias bolivianos, toman preso a oficiales, hecho que provoca que Bolivia reaccione contra la afrenta paraguaya, tomando los fortines, Boquerón y Carlos Antonio López.

La Guerra del Chaco, pudo haberse iniciado en 1928, una mujer evita esta conflagración temprana. Imagen: Flia. Jiménez

Tras la toma, Bolivia busca seguir avanzando, porque cree que tenía el poder bélico para poder aplastar a los paraguayos. La fricción entre bolivianos y paraguayos es de conocimiento del doctor Enrique Velasco Soria Galvarro, ministro del gobierno del doctor Hernando Siles, quien se encontraba en una reunión con la Sociedad de Naciones en Nueva York. La amenaza paraguaya fue contundente, -si no se devuelven los fortines Boquerón y Carlos Antonio López, se podría iniciar una guerra, la guerra del Chaco-.

El ministro Velasco Galvarro, inmediatamente envía un telegrama a La Paz en el que se ordena que los soldados bolivianos deben abandonar los fortines. El telegrama con dicha orden de abandono de los fortines paraguayos llega hasta Villamontes y de desde esta población se reenvía al fortín Cuatro Vientos, comandado por un teniente, pero, a la llegada del telegrama el oficial no se encontraba por estar en campaña junto con su unidad para la toma del fortín Carlos Antonio López, únicamente se encontraba el soldado estafeta enfermo, por lo que el telegrama no fue entregado al oficial en mando.

Elena Roncal, esposa del teniente que toma el fortín López, viendo la urgencia de que el telegrama sea leída, decide ir personalmente con el documento al encuentro del teniente, que era su esposo, y el ejército boliviano abandone el fortín paraguayo y así evitar una conflagración bélica.

La mujer, sola, tomando lo que tenía, porque ella vivía en el Chaco con su esposo, decide vestirse con la ropa de soldado de su esposo, un uniforme de campaña, y llevar un revolver en el cinto. Elena Roncal empieza con su proeza caminando aproximadamente 50 kilómetros hasta dar con su marido y entregarle el telegrama en el que se ordena entregar los fortines.

Su esposo se sorprende al verla y le dice -Elena qué haces aquí-, y ella contesta, -te he traído este telegrama-. El esposo lee y ve que la urgencia de tomar acciones, tenían que devolver los fortines.

Devuelven el fortín López y el fortín Boquerón. De esta manera se evita que la guerra del Chaco comience en 1928, gracias a la actitud valiente de la mujer, que no se la conoce en la historia de Bolivia, de nombre Elena Roncal…”

Historia del poeta orureño Mendizábal Santa Cruz

“Lucho, como le decían, fue periodista y jefe de redacción del diario orureño La Patria, pero no sólo fue periodista sino también un eximio poeta, que escribía versos realmente muy hermosos, muy lindos y sentidos.

En la calle Potosí había un famoso bar llamado ‘Los tres Osos’, adonde acudían todos los bohemios de ese tiempo: Eduardo Campo Moscoso, Luis Mendizábal Santa Cruz, Rafael Ulises Peláez y una mujer Hilda Mundy, una poetisa que dejó hermosos versos para Oruro.

En una de esas reuniones en que se hablaba de la Guerra del Chaco, en medio de la libación las bebidas, en especial del famoso singani, una de las bebidas favoritas traída a Oruro de los valles de Luribay, le lanzan un reto a Lucho.

-No, la guerra es solo para aquellos que creen en la violencia, no nada que ver, nosotros somos pacifistas, no es posible-, era la discusión en ese momento.

Y en uno de esos instantes alguien le apunta al poeta orureño con un desafío: -a que tú no vas a la guerra-, y Lucho se para y le contesta de manera enfática, -sí, me presento-. Es un momento crucial que se vive en torno a la mesa de discusión, porque Lucho se pone de pie y se va con dirección a la estación del ferrocarril de la Velasco Galvarro, se presenta, y se va a la guerra. Pasa el tiempo y nadie recibe noticias de él.

Sus compañeros Eduardo Campo Moscoso, Rafael Ulises Peláez, tratan de seguir a Lucho, pero no lo encuentran, no saben si sigue vivo o está prisionero, ya que Lucho no escribe ninguna carta a Oruro desde el campo de batalla. Hilda Mundy también andaba preocupada, porque no sabía cuál era la historia, no sabía qué había pasado con Lucho, simplemente había desaparecido.

Muchos años después de aquella fatídica noche de desafío en el bar ‘Los tres Osos’ y a un año de haber terminado la Guerra del Chaco, 1936 se sabe que a Lucho lo ven caminando por las calles de Oruro, completamente irreconocible, nadie sabía si había caído prisionero, no sabían si había pasado por un trauma de la guerra.

Sus amigos preocupados, cuando a Lucho le encontraban en alguna calle, le preguntaban, -qué pasa Lucho, qué estás haciendo Lucho-, pero no hubo respuesta, hasta que Luis Mendizábal Santa Cruz, decide irse a La Paz, donde trabaja como periodista de El Diario.

En 1943 en diciembre de ese año, Lucho considerado ya como uno de los mejores poetas que tuvo Oruro, vivía una prolífica producción de obras poéticas, uno de ellos fue dedicado a la fundación de Oruro, un largo poema, uno de los fragmentos dice así:

El eximio poeta orureño, Luis Mendizábal Santa Cruz. Imagen: La Patria/Internet

Así a través del tiempo el poeta orureño logra muchos amigos en La Paz, pero uno fue especial a quien le apodaba El Dandy, en eso, una noche, cuando volvía a su casa, por demás deprimido, llevaba en el bolsillo un poema que había escrito, motivado por esa inspiración que tienen los poetas.

Era media noche cuando de pronto se escucha un desesperado grito que rompe el silencio de las calles oscuras de La Paz, un grito que fue escuchado por los vecinos quienes sienten que algo inesperado había ocurrido. La persona que gritó había encontrado un cuerpo tirado en la calle, era del poeta Luis Mendizábal Santa Cruz, quien se había disparado en la sien.

Había preferido terminar sus días de esa manera, no dejó nada, más que un poema, un poema póstumo, encontrado en el abrigo que llevaba. El poema fue publicado en 1943, pero nunca más se lo pudo reproducir y hasta el día de hoy nadie ha podido entender, porque no se sabe si está dedicado a su amigo El Dandy o a una madre que nadie conoció…”

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