- La población orureña disfrutó la mañana y parte de la tarde de este viernes 29 de julio, una ofrenda cultural de danzas, música, colorida vestimenta, leyendas, costumbres e historias de pueblos ancestrales del oriente, los valles y el altiplano. Fue la Bolivia pluricultural que se hizo presente que recorre las calles de la ciudad de Oruro, actividad organizada por cientos de hombres y mujeres jóvenes, estudiantes de la carrera de Educación Musical en las 47 normales de maestros del país.
Las diferentes representaciones llegaron a la ciudad altiplánica de Oruro para asistir al V Encuentro Plurinacional Productivo de Educación Musical para el Desarrollo de Talentos en el Marco de una Formación Integral de niños, niñas y estudiantes de secundaria del país.
“Si estos jóvenes van a ser profesores de música en las escuelas y colegios, vamos a ganar mucho porque se ve que están siendo muy bien preparados, y lo mejor es que, si ellos valoran la música nacional, los estudiantes también van a tener valores por lo nuestro”, comenta doña Teresa Sardinas, sin dejar de admirar las danzas ancestrales.
Robert José Ajata, ubicado en una de las aceras de la calle por donde hacían su paso los bailarines y sin dejar de admirar la música y las danzas, asevera a Fondo Negro que, el “arte y el deporte son las únicas alternativas” para alejar a las nuevas generaciones de las cosas malas, los directores y las autoridades educativas deberían darle mayor importancia a la educación musical, a artes plásticas y a educación física en las escuelas y colegios.
Danzas ancestrales
Entre los bailes que más llama la atención a la ciudadanía, fueron las orientales como ser los macheteros, un baile oriental mojeño con un plumaje en la cabeza, una camiseta y el machete o chiriperono, un baile ágil y ceremonioso.
Otra danza que levanta expectativas entre la población orureña fue la Juaripandereta, de San Ignacio Beni. Los bailarines comentan que alrededor de este baile se teje una leyenda que habla de un hombre que roba a una mujer, se enamora y luego se la come, ese es el significado de la máscara que llevan los hombres sobre la cabeza.
Entre otras danzas admiradas fue el carnaval camba, un baile típico de Santa Cruz; la Guaraya, una danza de pescadores de Concepción Santa Cruz; el Arete Guasu del sector de la cordillera de Santa Cruz, también Tarija ha estado presente con la cueca chapaca, la danza del Tororo de Chuquisaca, los yuras de Potosí, cueca k’ochala, el Carnaval de Tupiza Atocha Telamayu, llameros o qaruani La Paz, balseros La Paz, sicuris de Italaque de Warizata, sicuris de Machacamarca.
Entre estas danzas ancestrales hubo otra que atrae la atención de los espectadores, es la llamada Nueva Vida de la zona de Puerto Rico Pando, que habla sobre el nacimiento de un niño, pero lo más llamativo es que los bailarines tenían todo el cuerpo pintado de naranja, que es el color del jaguar del monte.
Uno de los danzarines, dice que la pintura en el cuerpo es como una especie de camuflaje con la naturaleza para dar caza al Juchi o chancho de monte, pero en la cacería y durante la zafra de la castaña hay personas que pierden la vida, se cree que es el jaguar el que comete estas muertes. “Hoy continúan la pérdida de vidas, no es solo una leyenda”, afirma.
Formación integral
Una maestra de Educación Musical de una normal, que prefirió el anonimato, declara a Fondo Negro, que la formación de los profesores de Educación Musical, es completa, “no sólo aprenden a ejecutar una variedad de instrumentos, sino que la preparación es completa, para desarrollar en clases en los estudiantes de primaria y secundaria, la sensibilidad a través del arte, análisis crítico del arte musical y los valores musicales no solo de Bolivia sino de Latinoamérica, además de la música clásica”, asegura.
Las 47 Normales de Maestros del país, muestran todo el arte de la región donde estudian, en un evento que se desarrolla en el Teatro Internacional Oruro, donde también comparten los temas de investigación de culturas que realizan para conocer, difundir y hacer que la Educación Musical en los centros educativos del país, sea un puente que permita al estudiante de primaria y secundaria encontrar sus raíces.
