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Epitafio a un legado

La vida es una lucha permanente del ser humano. Foto: Internet

Sonia, me llamó y me dijo que algo grave había ocurrido– comenzó con la historia de su mensaje, –qué habrá ocurrido, será que algo malo pasó en la familia de Sonia-, pensé para mi fuero interno y cuando intentaba lanzarle la pregunta –qué le ha ocurrido a Sonia-, Oscar, dejándome con la palabra en la garganta me atropelló con una lapidaria frase que anidó en mi corazón cual una saeta dejándolo mal herido y arrugado, cada palabra que emitía golpeaba con fuerza achicando más mi corazón, –ha fallecido el hijo de Jaime Pomaraime-, dijo con un acento adolorido, me quedé mudo en medio de un gran vacío y con un nudo en la garganta que amenazaba estallar, –no puede ser– contesté, intentando buscar una respuesta a la desgracia que Oscar me acababa de entregar.

Recuerdos gratos

A los 35 años, se fue aquel niño un poco tímido y de ojos soñadores que visitaba La Prensa, quien sabe qué fantasías y sueños pasaban por aquel mundo infantil, qué sendas planeaba recorrer en su corta vida, pero era una existencia suave como la música, cantarina como una acequia de agua clara y cristalina; en poco tiempo supimos que ya se había forjado una carrera, luego otra. Con las profesiones de psicólogo y abogado, ya pensaba en la siguiente batalla; sin duda tenía la sartén por el mango para hacer de su vida una larga trayectoria de triunfos, que llene de orgullo de papá y mamá, pero la vida le ha jugado una mala pasada, una broma pesada para dejar dos huérfanos en casa…una pérdida irreparable.

Los adultos, pensamos que ya tenemos una vida hecha, creemos que ya hemos escalado la montaña y hemos vencido los avatares de nuestra existencia, que ya enfrentamos a feroces dragones, a severos torbellinos, a bravucones mares de olas gigantescas frías y húmedas; sin embargo la muerte de Gudnar nos enseña, que la existencia humana es un trance entre la vida y la muerte, que podemos dejar el mundo de los vivos aun siendo jóvenes con mucha tarea pendiente que cumplir o vivir más allá de los 100 años y no hacer nada, sin destino, sin proyecto de vida, sin dejar huella, morir en vida y desaparecer en la neblina de la senda que caminamos.

Creo que no fue en vano la marcha de este joven hacia el más allá, como sucede con las personas que cada día se van, dejando una estela de tristeza en quienes lo han amado, pero más que eso dejan toda una experiencia, un cúmulo de mensajes de lo que sí, debemos hacer y no hacer, eso llena el vacío que dejan en la casa, en el hogar, en los lugares que han frecuentado; ellos están ahí, en las cosas que tuvieron en vida.

Eso significa que los seres humanos tenemos una misión que cumplir en el mundo de los vivos, desde donde estemos tenemos grandes responsabilidades; primero con nuestros seres queridos, con nuestras amistades y la misma sociedad, he ahí la tarea que asumimos para realizar mientras tengamos vida.

Gracias joven Gudnar, gracias por el mensaje que en el fondo es un legado, gracias por la carga de victorias y triunfos que has logrado en tu corta vida como un ejemplo para los vivos, entonces, no está vacío el lugar donde viviste, y las lágrimas que derramaron el papá, la mamá y las amistades, se conviertan en un riego de otras glorias en el mundo de los vivos. Descansa en paz y cuida desde la diestra de Dios a tu papi Jaime y a tu mami Rosemary.   

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