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viernes, junio 28, 2024

El dilema de la lectura y las nuevas tecnologías

El buen ejemplo es uno de los mensajes más motivadores: que los padres lean en casa, los profesores lean en la escuela, es seguro que el hijo, que el estudiante, va a aprender a ver un libro no como algo extraño, sino como algo que cuenta historias…

  • ¿Cómo ven los escritores el tema de la lectura? ¿Qué análisis desentierran desde el fondo de su perspectiva, un espacio de creación literaria? ¿En qué contexto social y económico se mueven cuando llegan a las ferias de libros, cargados de su proyecto literario? El afán del hábito de lectura sin duda, se constituye en la piedra angular de cada escritor que espera que alguien, interesado en una obra literaria, destape la tapa de un libro, si esto sucede ya es un asomo a una historia que se cuenta en las páginas, pero debe enfrentar un combate sin cuartel contra las nuevas tecnologías que tienen recluidos a los potenciales lectores, con la mirada puesta en el mundo digital, entonces, ¿se podrá conjurar y romper la brujería de las nuevas tecnologías que aleja de los libros a los lectores?

Para Víctor Montoya, escritor, periodista cultural y pedagogo, reconoce que hay pocos compradores de libros en soporte papel, como llama él, también está consciente que las nuevas tecnologías de la comunicación, han copado ese espacio que antes tenían los libros impreso, “de modo hoy en día se lee muy poco, pero, por lo menos los niños, los adolescentes, los jóvenes, incluso los adultos, leen y lo hacen de manera digital”.

El escritor, expresa su convencimiento que las nuevas tecnologías han instalado ciber bibliotecas, en las que, ingresando a la Internet con un celular, una laptop, una computadora, a través de una aplicación, la persona puede encontrar el libro de su interés.

Con cierto pesar advierte que las bibliotecas de las universidades en el mundo, tienden a desparecer, porque los estudiantes prefieren las bibliotecas virtuales, incluso el maestro de escuela, que lleva conocimientos en la cabeza para impartir a los alumnos, poco a poco pasa a un segundo plano.

 “Hoy en día cualquier niño cuando quiere saber una información entra inmediatamente a su celular y aplica alguna función determinada y le chorrea toda la información que está buscando o le han pedido y es copy-pegue, pero sin ninguna investigación”, afirma.

El escritor, no camina entre la preocupación de leer o no leer, sino en el convencimiento que las nuevas generaciones sí leen, mucho más que en su época, aunque es otro tipo de literatura, esa que convoca su atención cuando ingresa a alguna página de las Redes Sociales o la Internet. 

El discurso de Montoya, no es estéril, ni una dura crítica al poco o casi nada de hábito de lectura de los niños, adolescentes y jóvenes de este tiempo. “Alguien me preguntaba y me decía. ¿No será que los niños están perdiendo realmente el hábito a la lectura? ¿Que no leen ya nada? ¿Qué se lee menos que antes?”, recuerda.

Como una respuesta a la pregunta y al delirio que se tiene que la lectura no forma parte de la vida de las nuevas generaciones, asegura, “creo que esa es la ilusión que tenemos, porque la verdad es que los niños y los adolescentes, leen mucho más que en mi época, porque en mi época había que leer los libros y, cuántas familias tenían dinero para comprar un libro o los libros que quería un niño o el adolescente”.

Y agrega: “hoy en día no hace falta tener ya esos libros ni en el maletín ni bajo el brazo, porque todos esos libros están metidos en mundo digital, y existen bibliotecas digitales enormes donde los niños pueden sacar la información y pueden conseguir los libros que son de su interés y bajarlos de manera gratuita muchas veces”.

La lógica del escritor es que en el pasado se leía muchos menos porque había más analfabetos que hoy, que se tiene menos analfabetos, conocen más sobre geografía, historia, y otras ciencias gracias a las imágenes virtuales, se ubican mucho mejor, aunque acepta, de alguna manera, que son más memorísticos, más superficiales y, pocos que razonan.

Hace gala de su conocimiento de importantes pedagogos como Paulo Freire, Célestin Freinet, Johann Heinrich Pestalozzi, Jean Piaget, quienes advirtieron que el maestro de escuela o colegio se convertirá sólo en un modulador, que continúa aplicando textos de gramática, escritura como una herramienta de enseñanza que aburre a los estudiantes. 

Montoya, dice que en el pasado se leía mucho menos. jMeCi imagen

Bandeja de frutas

  • La literatura, para que guste a los niños y jóvenes, tiene que ser expuesto ante sus ojos como una bandeja de frutas, donde el niño o el joven coja la fruta que le guste, que le atraiga, que quiera probarla. Entonces la literatura infantil, juvenil, debería tener esa función, en el que el maestro le ofrezca los libros y hacer que los niños o los jóvenes elijan el que desean leer, y no se elija un libro y dar examen al día siguiente”, asevera.

Montoya insinúa que el niño, el adolescente y el joven debe leer en libertad, porque es seguro que cuando termine de leer, elegirá otra, pero si lee por obligación cuyo texto es incomprensible, el niño concluye y dice: “si esto es literatura yo dejo de leer libros, este es el gran error que se comete en el sistema educativo”.

Además, considera que el buen ejemplo es uno de los mensajes más motivadores: que los padres lean en casa, los profesores lean en la escuela, y es seguro que el hijo, que el estudiante, va a aprender a ver un libro no como algo extraño, sino como algo que cuenta historias.

Por lo que el ejemplo es una cosa vital para motivar a los niños y jóvenes a la lectura, pero en la casa donde el padre no lee, ni los hermanos, ni el profesor en la escuela, es seguro que ese niño, ese joven no va a leer jamás”, advierte.

Al finalizar la charla, el escritor relata que se vive en un dilema serio en el tema de la lectura, actividad intelectual que responde a las estructuras socioeconómicas de un país, que es una batalla cultural que amenaza el derecho a la educación, en medio de una enorme división social.

El escritor Montoya dice, que el sueldo del papá no alcanza para comprar libros para sus hijos. jMeCi imagen

Si un país es pobre, donde un padre que trabaja y mantiene solo la casa, con un salario paupérrimo, es muy difícil incluso comprar un libro, y el asunto es peor si en la familia hay dos, tres, cuatro, hasta cinco hijos, comprar un libro para cada hijo es imposible, porque el salario no le va a alcanzar”, asevera.

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