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21 de diciembre 1942: La masacre de Catavi

Masacre de mineros, 1942. Foto: Internet

FondoNegro, pone en vigencia la historia de la masacre de los mineros en la pampa que divide los campamentos de Catavi y Llallagua-Siglo XX, escrita en las páginas del semanario Aquí (que circuló en Bolivia desde fines de la década del 70 hasta mediados de la década de los 80), por el periodista Yuri Aguilar Dávalos.

La turbulenta historia de Bolivia que contó el semanario Aquí”, titular que encabeza el artículo escrito (el 9 de diciembre de 2020) por la periodista Lupe Cajías, en homenaje a Luis Espinal Camps director del semanario Aquí, asesinado en el golpe de Luis García Mesa, y, no podía ser de otra manera que el diario considerado del pueblo, no cuente la masacre de los mineros el 21 de diciembre de 1942.

Mejores condiciones de vida y de trabajo

Hace una semana que los sindicatos de “Oficios Varios” de Catavi y de “Trabajadores Mineros” de Siglo XX declararon la huelga general exigiendo mejores condiciones de vida y de trabajo.

El conflicto no es nuevo. Hace más de un año que sus dirigentes presentaron un pliego donde pedían aumento de remuneraciones en una escala del 10 al 60 por ciento y el congelamiento de los precios de las pulperías (pan, carne, azúcar). Pero la empresa ofreció aumentos entre el 10 al 25 por ciento, propuesta rechazada lo mismo que la del Tribunal de Conciliación que propuso un aumento del 10 al 30 por ciento y congelamiento de precios en la pulpería.

El 30 de septiembre se reaviva el conflicto. El Sindicato de Oficios Varios pide el 100 por ciento de incremento. La empresa Patiño hace oídos sordos y los dirigentes tienen que desplazarse a La Paz, al Ministerio de Trabajo, para que su demanda sea escuchada.

Las demandas se generalizan en todo el país. El gobierno de Peñaranda intenta chantajear a los dirigentes prometiéndoles aprobar el “Código Busch” o la Ley General del Trabajo a condición de que vuelvan a sus distritos para convencer a sus bases a levantar las demandas salariales, pero los dirigentes se niegan a aceptar esa maniobra que significaba una traición a su causa. Pese a ese impase, el gobierno promulga La Ley General del Trabajo el 8 de diciembre, a fin de aplacar las protestas, pero los mineros no caen en la trampa y dan plazo de cinco días para que sus demandas sean escuchadas.

Esta Ley que reconoce importantes conquistas laborales también favorece a los patrones por los procedimientos que había que seguir en las demandas; de esa manera evitaba las protestas de los trabajadores, sobre todo en ese tiempo en que se vivía la Segunda Guerra Mundial, donde Bolivia se había comprometido a proveer estaño a la industria guerrera de los aliados que están en guerra contra las naciones del Eje nazi-fascista.

El régimen imperante ponía bajo jurisdicción de las Fuerzas Armadas, los centros de trabajo que presentan síntomas de agitación social y así lo hizo el 9 de diciembre con esas minas, declarándolas zonas militares, al mando del Cnel. Luis Cuenca: “El Presidente de la República y los ministros de Gobierno, de Defensa y de Trabajo declaramos la ilegalidad de la huelga”.

Al mismo tiempo, el Jefe de la Región Militar de Oruro, coronel Luis Cuenca fue instruido para tomar a su cargo la vigilancia de Catavi y de los huelguistas, si el paro se producía. Con esta medida el gobierno da por agotadas las negociaciones legales y transfiere la solución del conflicto a la fuerza de los uniformados.

Estado de sitio

El Cnel. Cuenca, por instrucciones del Ministro de Trabajo, intenta sin ningún éxito, reabrir las negociaciones y obligar a que los trabajadores retornen al trabajo.

Para doblegar las protestas de los trabajadores, a fin de rendirlos por el hambre y la desesperación, la Empresa (Patiño) retenía los salarios, pero esta vez es el gobierno el que da la orden de no cancelarles los sueldos impagos “mientras los obreros depusieran su actitud subversiva”. Pero ni esa medida arbitraria detiene la protesta obrera, obligando a la patronal y al gobierno a pagarles el domingo 20 (de diciembre), esperando que al día siguiente se normalice el trabajo; sin embargo, el 21 nadie entra a trabajar.

Ese 21 se programa una crecida movilización para retomar las demandas salariales. La agitación en las dependencias de la Empresa es permanente. El Cnel. Cuenca, mediante un oficio entregado a los mineros, a través del My. Bustamante, les advierte que no se tolerará más protestas y que cualquier concentración será disuelta.

Bustamante es abucheado en la sede sindical, al mismo tiempo que el dirigente minero Pedro Ajuachu le aclara al militar que ellos sólo cumplen lo aprobado por las bases. Mientras tanto, afuera, patrullas de soldados vigilan los campamentos y no permiten la circulación ni de las mujeres. La Empresa mantiene cerradas las pulperías.

1942, mineros demandan mejoras salariales a la empresa Patiño Mines. Foto: Internet

Miles de mineros

Hasta el miércoles 23 de diciembre las Fuerzas Armadas de Bolivia continúan reprimiendo en los campamentos de Catavi, Siglo XX, Miraflores y Cancañiri. El gobierno da una lista de 19 muertos y 40 heridos, pero otras fuentes señalan que fueron 40 los muertos e incluso se afirma que llegaron a 400.

En agosto del 1943 durante una interpelación a los ministros de Peñaranda, en el Parlamento, se supo que el presidente Peñaranda y el ministro de Defensa Candia instruyeron telegráficamente al Cnel. Cuenca lo siguiente: “Queda usted autorizado para sancionar infractores, sometiéndolos jurisdicción militar”.

El principal argumento del gobierno para justificar la represión fue que los mineros habían iniciado una huelga ilegal, pero también se los acusó de actuar en estado de ebriedad, de haber utilizado dinamitas y bombas molotov, de enarbolar banderas rojas…; los mineros de base y dirigentes desmintieron esas falsedades y puntualizaron que la marcha era pacífica que sólo era para pedir que las pulperías se abrieran y que se atendieran sus justas demandas.

Así, ese 21 de diciembre de 1942 una vez más ciudadanos bolivianos que sólo pedían mejores condiciones de vida fueron masacrados por las Fuerzas Armadas al servicio de un gobierno aliado al empresariado.

Un momentito con la historia

Los primeros levantamientos mineros durante la república ocurrieron en Pulacayo (1914), Uncía en 1918, 1919, y 1923, en los que de manera recurrente y planificada intervienen los regimientos militares, con la venia y aprobación de los gobiernos de turno”.

Varios testigos de la masacre afirmaron que los obreros portaban la tricolor boliviana, y pensaron que los disparos eran cartuchos de fogueo. Nadie imaginaba que serían asesinados. Al son de las notas del himno nacional, fueron sorprendidos con metrallas y fusiles, muchos fueron acribillados. Los testimonios señalan que los más, corrieron a los cerros. Las mujeres se hincaron en el suelo levantando sus pañuelos. No hubo compasión ni misericordia. Los niños lloraban junto a los cadáveres”.

La legislación social, en 1914 establece el descanso dominical, todos los trabajadores bolivianos deben trabajar de lunes a sábado y descansar el domingo. Pero, el Decreto señala, con excepción de los trabajadores de las minas. Los mineros tenían que seguir trabajando sin descanso, como esclavos de los socavones”.

A la guerra del Chaco van todos, pero, (Simón I.) Patiño firma un convenio con el Gobierno, para que los mineros sean la excepción, porque la empresa no podía detenerse. Para los industriales mineros fue más importante continuar con su producción, que defender al país. Aportaba apenas con el 3% a las arcas del Estado boliviano, y el resto de sus ganancias salía fuera del país”. 

Enrique Peñaranda del Castillo presidente de Bolivia 1940-1943. Foto: Portal Bolivia/Internet

Principales responsables de la masacre:

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