- Siempre es bueno y culturalmente reflexivo asistir a la entrega de un libro, en este caso de la revista N° 4, cuyo título es por demás significante, “SEMEION Radiologías Oralidades-Sonoridades”, que de entrada plantea un ensayo, en el que escriben sus testimonios periodistas, comunicadores-docentes, y estudiantes de comunicación de la UMSA, cuyo contenido bucea sobre el fenómeno radio minera, sin embargo, la obra no sólo analiza el discurso de los medios sindicales mineros, sino busca que los niveles del poder estatal proyecten una ley que declare como “Patrimonio Nacional de la Comunicación” a las Radios Mineras además de rescatar la riqueza tangible e intangible de estos medios orales y fundar un museo.
Edwin Rodríguez Velásquez, docente de la asignatura “Teoría y análisis de los lenguajes” en la carrera de comunicación de la UMSA, señala que la inspiración que consolida la revista, tiene su origen en un análisis bibliográfico documental realizado sobre las radios mineras, que se han constituido en instrumentos de lucha durante el golpe de Estado liderado por el general Luis García Meza Tejada en 1980, y rescatado por la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia FSTMB.
“Hay un relato que hace Florentino Vega, comunicador minero de Radio Ánimas, que testimonia sobre la transmisión realizada cuando ingresaba al campamento minero Ánimas el ejército. Es una muestra de resistencia única en la historia del mundo”, asegura.
Añade que no es un simple relato, sino que, a través de una metodología analítica, se interpreta el testimonio encontrando toda una memoria, una historia, sobre todo una hipótesis que consolida que la radio, no sólo era un instrumento para los mineros, sino un símbolo, un tótem, un tótem tabú, un término más técnico freudiano, “sin embargo, tótem para nosotros es como una suerte que tenemos, por lo tanto la radio era a la pulpería, era la asamblea, era el conjunto, podemos decir, de aquellos, digamos, momentos de alegría, momentos también de tristeza”, afirma.
Añade que una radio minera es más que un medio de comunicación, es todo un espacio público donde todos participan constituyéndose en un modelo democrático, un proceso de socialización, una memoria que dice “somos una familia”.
“Se entiende que en las minas, el hijo del ingeniero, del médico, entraba a la misma escuela, así como el hijo del mismo minero entraba a la misma escuela, por lo tanto podemos que, el modelo educativo y comunicativo se ha ido consolidando, como en Suecia y los países bajos. Entonces las radios mineras han sido un espacio público en el que la población podía acceder a la libertad de expresión sobre cualquier tema de la vida cotidiana hasta las reivindicaciones sociales”, asegura.
Menciona que estos medios mineros, también difundían poesía, música y festivales de canto, además de ser un semillero en la formación de una generación de periodistas y locutores, que se han convertido en comunicadores de otros medios radiales y televisivos del país, y en el ángulo del arte de músicos del género protesta.
El docente y comunicador, con una amplia bibliografía que propone temas de la comunicación, reconoce que el trabajo de la revista en cuestión es también enriquecido con investigaciones realizadas por estudiantes y colegas comunicadores, y el título “sonoridades y oralidades” que a criterio suyo es interesante, significa que es una nueva forma de entender lo que fue y es radio, pero no sólo eso sino rescatar la historia de vida de cada uno de las radios mineras convertidas en pineros de la comunicación oral.
“Durante la década de los 60, 70, 80 del pasado siglo, las radios mineras han vivido experiencias que vale la pena rescatar y hacer que la nueva generación de comunicadores, estudien este modelo de comunicación. Los abuelos aún tienen su artefacto receptor que funciona a lámparas, eso es impresionante en el mundo de la Internet y la RR. SS.”, afirma.
Pero el libro, agrega, también se constituye en un instrumento que busca proyectarse hacia los niveles del poder estatal, sobre todo para demandar al Estado, un reconocimiento a través de una declaratoria de “Patrimonio Nacional de la Comunicación” a las Radios Mineras y a partir de ello rescatar todos los activos tangibles como discos, transmisores, tocadiscos, y los intangibles referidos a guiones, libretos, programas y convertir en un museo nacional.
“Sería muy interesante y un importante aporte al estudio de la comunicación en las universidades a partir de las radios mineras, pero no sólo eso sino también analizar y estudiar el modelo educativo en los centros mineros en el que ha jugado un papel importante la radio, eso es proyectar conjuntamente las autoridades del Estado y departamentales de Potosí, Oruro y parte de La Paz”, afirma.
Testimonios y experiencias sobre la comunicación oral
- En la presentación de la revista los coautores, expresaron su testimonio. Jorge Alberto Condori Crespo, docente de la carrera de comunicación de la UTO en la asignatura “Semiótica”, señala que el estudio del signo y la significación, comprende un conjunto estructural del fenómeno radio, “una faena complicada y difícil”.
El comunicador recuerda de su vivencia infantil en el centro minero de la empresa Colquiri, lugar donde nació, y dice: “reivindicar la radio minera a través de la semiótica es tener un conocimiento de cómo surge la idea del lenguaje radiofónico en estas emisoras mineras”.
Condori habla sobre la raigambre minera, que consolida el lenguaje radiofónico y que éste formó parte de su vida en Colquiri, ya que fue oyente desde la infancia de radio “Vanguardia” de este centro, hoy, que a través del tiempo ha logrado popularizarse entre los oyentes del campamento minero.
Jorge Alberto Condori Crespo
Señala que la radio minera cuya fase fundamental fue convertirse en un bastión de defensa y resistencia, un conector operativo en estos medios, a tiempo de mencionar a (José Ignacio) López Vigil, comunicador cubano, por sus aseveraciones que el “pueblo recupera su palabra y su espacio a través de la radio”.
“Es una deuda que se tiene con las radios mineras y el estudio de los significantes, del juego de signos que se deben interpretar, sin embargo, la calidad de este lenguaje radiofónico a través del tiempo decae, por eso sería bueno que se lea el libro que presentamos hoy”, asegura.
Cuestiona a las nuevas generaciones de comunicadores quienes olvidan los procesos comunicativos de la radio y el periodismo, pero, pide a no dejar de darle la importancia a la comunicación de las radios mineras, a los locutores, periodistas y todos sus protagonistas.
“La radio minera en Bolivia merece que se le dé todo el valor a ese proceso de la aventura de la comunicación, que interesa a todo investigador académico, aunque, al parecer, es poco trascendental para las actuales generaciones inmersos en la tarea de la comunicación-información”, expresa.
Abenor Alfaro Castillo
El turno es de Abenor Alfaro, periodista de amplia experiencia, que asegura que la radio no sólo es un mero transmisor de música y palabra, sino que es promotora de proyectos futuros, “no se tiene un trabajo de investigación sobre las radios mineras, lo único que encontramos es el libro de José Luis Jaimes (comunicador-abogado)”.
En su testimonio recuerda la entrevista realizada a Armando Morales (1988), de radio La Voz del Minero, la primera del país, fundado el 31 de octubre de 1947, quien afirma que los mineros decidieron comprar la radio fundamentalmente para difundir la Tesis de Pulacayo y convocar a la lucha obrera.
“Fue el primer locutor de la radio La Voz el Minero y decía, ‘me operaba y locuteaba’, y decía que la radio fue ‘el periódico sin papel’. Ni duda cabe abrió los ojos de los trabajadores mineros”, recuerda.
Alfaro, asegura que La Voz del Minero de Siglo XX, el centro más combativo de las minas de Bolivia, vio venir la avalancha de otras radios mineras, como radio Sucre en Cancañiri (Siglo XX), radio San José en Oruro, fundado también por Armando Morales, radio 21 de Diciembre, Radio Nacional de Huanuni y otras, sin embargo las peleas políticas de los movimientos sociales, destruyen los anhelos sociales de los trabajadores mineros.
“En las radios mineras trabajaron importantes comunicadores y muchos de ellos fallecieron sin recibir el apoyo (Teo Orosco Campos) y ayuda de los sindicatos mineros, fue una de las ingratitudes que recibieron los locutores, periodistas, operadores y técnicos de los trabajadores mineros, aunque hubo alguna reivindicación realizada por la Organización de la Prensa Minera”, indica.
Pero, enfatiza, las radios mineras fueron medios contestatarios, medios alternativos y principalmente modelos de comunicación.
Antonio Tejerina Calizaya
El testimonio más fecundo y autorizado fue la pronunciada por Antonio Tejerina Calizaya, testigo viviente quien vivió muy de cerca toda la historia de las radios mineras de la Empresa Minera Quechisla también conocida “Consejo Central Sud”, entre ellas Radio Ánimas del centro minero del mismo nombre.
Dice: “En la década de los 1950 y 1960, tras la revolución de 1952, surge el interés de los trabajadores mineros de la Empresa Minera Quechisla de contar con una radio, como en Siglo XX, y salen al éter radio ‘La Voz del Sud’ de Telamayu, radio ‘Cumbre’ de Tasna Rosario, ‘Radio Chichas’ de Siete Suyos y ‘Radio Ánimas’ de Ánimas”.
Añade que conforme pasaron los años, las radios mineras, desplegaron una amplia experiencia en la comunicación y se constituyeron en defensores de los intereses y el pensamiento de los trabajadores y sus familias, además de orientar sobre la problemática social que se vivía en cada uno de los centros mineros.
“Cada medio contaba con un personal adecuado, radialistas con mucha experiencia que eran contratados de las ciudades, quienes también promocionaban a los jóvenes interesados en realizar tareas de comunicación”, afirma.
Sin embargo, el ex comunicador, radialista de radio Ánimas, lamenta que gran parte de la sociedad haya olvidado el rol protagónico que cumplieron las radios mineras, recuerda que las dictaduras militares fueron muy crueles y sanguinarias, a fuerza de las armas fueron interviniendo cada una de las radios hasta acallar sus emisiones, destrozar ambientes y equipos, sólo el poder revolucionario de los trabajadores logró rescatar y reiniciar las emisiones, pero “luego vendría el D. S. 21060 y la mal llamada relocalización, que es otra historia que contar”, añade.
Radio Ánimas, según narra Tejerina, inicia sus emisiones en la década del 50 y se convierte en un instrumento para hacer conocer la voz del minero de Chocaya Ánimas al mundo a través de la Onda Media. Sus primeras emisiones, indica, fueron transmitidas por jóvenes aficionados a la comunicación, pero luego llegaron comunicadores de experiencia como: Justino Martínez, Raúl Romero, Pedro Pinto Barrientos, Pastor Quiñones, Carlos Montoya Pardo, Serapio Mallón, Cindo Calcina, Florentino Vega, Marcelino Navía Reynaga y otros.
Señala que el medio minero de Ánimas, fue constituido como una sociedad en comandita, cuyos dueños de la radio fueron los trabajadores mineros que solventaron económicamente aportando un jornal dominical, su transmisor “Sparta” americano de 1000 wts de salida fue adquirida de la casa Telco de La Paz, que importó todo el equipo de la emisora e instalada bajo la responsabilidad de técnicos y personal de amplia experiencia.
Con el paso del tiempo, en la década del 80, muchas radios mineras fueron cerradas algunas de manera definitiva a causa de muchos factores, primero por la intervención militar, luego por las notificaciones de la Dirección General de Telecomunicaciones DGT, por deudas de licencia de funcionamiento y uso de frecuencia cuyos costos eran muy elevados, posteriormente el DS 21060 termina desvinculando a los trabajadores de las radios mineras con la relocalización (despido masivo de sus fuentes de trabajo).
“Así, en la ex Empresa Minera Quechisla, dependiente de la Corporación Minera de Bolivia COMIBOL, las radios mineras que marcaron una historia imborrable de la comunicación, de manera general todas dejaron de trabajar y fueron cerradas”, recuerda Tejerina.
La revista, Radiologías Oralidades y Sonoridades, también tiene como coautores a estudiantes de la Carrera de Comunicación de la UMSA y comunicadores de la UTO, cuyos estudios abordan relatos y fenómenos de la significación en el proceso de democratización de la comunicación, reflexionan y difusión de mensajes en radio hacia una humanización pese al avance de las TIC.
También aportan con investigaciones realizadas al programa radial “Adulto contemporáneo” que difunde música de los años 70-80, a la investigación narrativa del programa “Confidencias” de radio Panamericana, igualmente destaca un estudio sobre los sonidos de la “música andina” y la publicación de una propuesta tras la comprensión de mito, tradición y cultura, estrategias de interactividad con la audiencia y la radio.
Y otros relatos de memorias y travesía como locutores en radios mineras, y una experiencia vivida en 1984 en la Carrera de Comunicación Social de la UTO, año en que se crea esta carrera.
Se ignora la entrega de la revista SEMEION
Sin embargo, vale la pena remarcar, que, pese a los anuncios sobre la entrega de la mencionada revista, se pudo notar ausencia casi total de reporteros egresados de la carrera de comunicación de la Universidad Técnica de Oruro. Este grupo que tiene en sus manos el proceso de comunicación a través de… hacia …la audiencia con reportes de cultura, política, económica y policial, se ha mostrado como un ente que gira la cabeza para ignorar el evento, en el que se ha relievado la historia de la comunicación oral en radios mineras del país.